A comienzos
del 1900, en la Villa de San Bernardo, un misterioso coche guiado por caballos
negros y un brasero ubicado estratégicamente al medio de la carrocería pasaba a
la medianoche recogiendo a solitarios caminantes, que a pesar de todo debían
aventurarse en los solitarios caminos de Los Morros o de Catemito, arreciado
en aquellos tiempos por bandoleros. Es la historia contada por nuestros
abuelos, en los albores de la Villa de San Bernardo, cuando las calles
conservaban cierto aire de misterio y encanto, atrapando a caminantes incautos
al anochecer. Los ecos irrefrenables de un carruaje dejaban pasmados a los
inquilinos que se atrevían, a pesar de todo, a subirse en esa hueste
traicionera. El coche producía su habitual raer en las ruedas, haciendo suponer
que en toda la magnitud de sus componentes el cochero, los caballos, engranajes
y maderas enfrentarían leyes físicas de otra dimensión. Arriba del armazón un
brasero encendido creaba colores dispares, saltando algunas chispas de carbón y
brazas que eran expulsadas a medida que éste avanzaba. Los parroquianos creían
ver en esta visión, especialmente en noche de niebla a una carreta llegada
directamente desde el mismo infierno, causando temor en niños y adultos.
Un señor de la comuna cuenta :-"Cuando yo era chico (a finales años 70) era muy común que pasaran carreteras, rara vez vehículos motorizados, y yo tenia la costumbre de salir a mirar por curiosidad a la calle cuando pasaban porque me llamaban la atención los caballos. Eran otros tiempo. Recuerdo que en los inviernos y generalmente a altas horas de la noche, de vez en cuando se escuchaba el sonido de una carruaje y las pisadas de varios caballos. Lo mas llamativo del asunto es que el sonido pasaba frente a nuestra casa y al cabo de un segundo después se silenciaba, como que se detenía en algún lugar cercano. Al otro día con una lluvia mas suave a una hora no tan tarde volví a escuchar aquel ruido de carruaje y caballos, y aprovechando que estaba sin la custodia de mis hermanas, abrí la puerta de la calle para ver el carruaje y no vi nada aunque se escuchaba que ESO estaba pasando justo al frente mio. Me dio mucho miedo, cerré la puerta y me fui a acurrucar a mi cama. Debo indicar que nadie jamas me había hablado del tema, yo era un niño introvertido. Tenia unos 5 años mas o menos."