miércoles, 12 de marzo de 2014

El misterio de la Casa de la Cultura...

La antigua casa patronal, construida en el siglo XIX, es de estilo neoclásico y tiene un diseño con influencia francesa. Está rodeada por un extenso parque, creado en 1925, donde existen variadas especies de árboles, como olmos, acacias, robles, álamos y nogales.

Y ahí está él, imponente, en el medio del parque, un pino gigante, el más alto de todos los árboles del lugar, pero que no es sólo un árbol cualquiera, él es parte de las misteriosas leyendas que envuelven a la vieja propiedad, que antiguamente perteneció a la familia García de la Huerta - Izquierdo y que hoy es la Casa de la Cultura de San Bernardo.


Al fondo del parque hay una glorieta que refleja el tipo de arquitectura de la época, formada por una pileta al comienzo y luego dos escalinatas que terminan en dos corredores, con varios bancos a cada lado. A uno de los costados, una pérgola formada por cuatro arcos cubiertos de parras y rosales, le da un toque de romanticismo a ese extremo del lugar.


Todo el parque está decorado por esculturas de madera, piedra y fierro. Dos de estas esculturas se encuentran en la entrada principal de la antigua casona, dos mujeres descalzas, cada una sosteniendo un farol, iluminando el frontis triangular de madera. La escalinata principal conduce a un hall y luego a una galería con grandes ventanales y en forma de U, que deja el espacio para el patio central interior, en el que hay dos fuentes decoradas con gárgolas. La casa tiene 17 habitaciones, donde actualmente se imparten talleres culturales y se realizan exposiciones y reuniones.


Por generaciones se ha ido transmitiendo una leyenda en torno al antiguo dueño de la casa patronal, que antes pertenecía al fundo Chena, detrás del que había una higuera, donde muchos campesinos iban en la noche de San Juan. El rito decía que debían quedarse hasta la medianoche y esperar a que de la higuera bajara el diablo en forma de culebra que echaba fuego por los ojos, ya que de esta manera el dueño del fundo había logrado obtener toda su riqueza; pero ninguno de los campesinos fue capaz de aguantar el miedo y preferían huir. Luego de muchos años, el dueño del fundo habría decidido donar sus tierras a la comuna, para alivianar el terrible cargo de conciencia que sentía por el pecado que cometió: su pacto con el diablo.


Victoria Honorato Castro, Supervisora de los Talleres y Coordinadora de Cultura, señala que no existen más antecedentes sobre la leyenda, ya que sólo ha sido transmitida por las personas que han trabajado en este lugar y por habitantes del sector de avanzada edad.


Ella trabaja desde Diciembre de 2004 en la Casa y como experiencia personal cuenta que "dos veces me han cerrado las puertas; hace poco, como en Agosto, estaba haciendo clases de folklore en una de las salas y dejé abierta la puerta para que entrara aire y de repente se cerró de un golpe, no la cerró ninguno de los que estábamos ahí, sino que algo la cerró".


Nelson Santibañez Aguilera, funcionario de la Casa de la Cultura, hace poco que trabaja en el lugar, señala que a él nunca le ha pasado nada extraño, pero que siempre las auxiliares de aseo y algunos profesores de los talleres cuentan que "se escuchan personas conversando cuando no hay nadie, se escuchan personas riendo o se sienten pasos, personas que se desplazan, se prenden las luces, sobre todo en la noche, incluso varias veces se ha sentido tocar el piano, que está en la sala de música, y todos los que están van a ver y no hay nadie".


"No sé si serán duendes los que hay en la casa o capaz que sea el espíritu de los antiguos dueños, pero de que pasan cosas raras, pasan", continúa Victoria. "A veces yo me he quedado sola aquí hasta tarde y siento algo, como que me están mirando, pero no me da miedo, es como una tranquilidad, a lo mejor también una misma se sugestiona e imagina cosas, pero por si acaso tengo esta brujita blanca aquí que me protege", dice, indicando un adorno puesto en un macetero, una bruja de cabeza blanca, vestida de negro, arriba de una pequeña escoba.








Pero lo que más llama la atención en el lugar es un gran pino, el árbol más alto del parque, que en la punta tiene dos cachos, que también estaría relacionado con el pacto que el dueño hizo con el diablo. "Lo raro es que no son ramas del árbol, son dos cachos, que ni siquiera se pueden cortar, porque están demasiado altos", señala Victoria. "Además que se ve desde casi cualquier parte del centro de San Bernardo, eso es raro, tiene que haber algún motivo".


Y Nelson agrega que "algunas personas de las que trabajan acá hace años, dicen que se los han cortado y le vuelven a crecer, no sé si las cosas que cuentan serán verdad, pero para qué van a estar inventando, si ellos me cuentan que algo raro les pasó, yo les creo".


Anita Quiñonez, Encargada del Área de Cultura, hace catorce años que trabaja en la Casa y cuenta que a ella nunca le ha sucedido nada extraño ahí, sólo ha escuchado lo que todo el mundo cuenta sobre la leyenda. "Yo creo que es algo de cultura popular solamente, que la gente se va contando y cada una le va agregando más cosas, para mí es una leyenda; lo del árbol sí es raro, no sé por qué tendrá esos cachos, algunos dicen que se los han cortado, pero yo nunca he visto que lo hayan hecho; como te digo, es una leyenda y no hay más antecedentes sobre eso, nada más lo que se cuenta".


Para las personas que han vivido experiencias extrañas en la casona, algo de la leyenda se convierte en verdad. Las personas a las que nunca les ha sucedido nada raro seguirán siendo incrédulas. La casa está rodeada de misterio, que invita a quedarse ahí y a disfrutar de esa extraña tranquilidad en medio de la ciudad.



El árbol de dos cachos segun personas que trabajan se le han cortado los cachos en varias ocaciones y le vuelven a crecer.





Contacto: michellebritorojas@gmail.com




1 comentario:

  1. Hola, este reportaje lo escribí yo hace años, les agradecería que etiqueten mi nombre: Elizabeth González Rojas

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